LO QUE LE DEBEMOS A LA DEMOCRACIA
Carlos D. Mesa Gisbert | LO QUE LE DEBEMOS A LA DEMOCRACIA

El país no debe olvidar, en primer lugar, la heroica recuperación de la democracia misma protagonizada por el pueblo boliviano en cuatro largos y sangrientos años (1978-1982) que cortaron casi dos décadas de dictadura militar. | Fotomontaje Sol de Pando

Es por eso imprescindible tratar de colocar las cosas en una perspectiva más equilibrada ¿Qué le debe Morales, el MAS, y este proceso político a la democracia anterior? ¿Qué le debemos todos…?


Primero, la heroica recuperación de la democracia misma protagonizada por el pueblo boliviano en cuatro largos y sangrientos años (1978-1982) que cortaron casi dos décadas de dictadura militar. El Presidente Siles Zuazo se jugó entero por mantener las libertades ciudadanas e hizo profesión de fe del respeto a los derechos humanos, aún a costa de una dramática crisis económica.
Segundo, la solución exitosa de un colapso económico como no se había vivido nunca antes en nuestra historia republicana. La derrota de la hiperinflación y la recuperación del aparato productivo del país, con medidas inteligente cuanto duras (el costo social pagado por el pueblo fue muy alto, pero nunca tan alto como el que generó la propia hiperinflación), fueron aplicadas con serenidad y visión de Estado por Paz Estenssoro.
Tercero, la búsqueda de un fortalecimiento de las instituciones democráticas producto de un acuerdo nacional y generoso de todos los partidos políticos de ese momento. El resultado fue el inicio de una reforma constitucional y el nombramiento de una Corte Nacional Electoral que en el periodo 1992-2005 fue un verdadero ejemplo. Le tocó esa tarea al Presidente Paz Zamora.
Cuarto, la conquista de la ciudadanía y el reconocimiento nacional a los pueblos indígenas de los llanos, discriminados y olvidados por siglos. Su marcha por el territorio y la dignidad abrió el camino para el nacimiento de las tierras comunitarias de origen y fortaleció la conciencia ambiental con leyes y un sistema de áreas protegidas de gran importancia, que recogieron sin reparos los presidentes Paz Zamora y Sánchez de Lozada.
Quinto, la reforma de la Constituciónen 1994 y los cambios estructurales subsecuentes. La reforma constitucional reconoció la pluralidad cultural y el multilingüismo del país, además de darle mayor valor al voto (diputaciones plurinominales). El Presidente Sánchez de Lozada encaró medidas revolucionarias como la participación popular, la educación intercultural y bilingüe, la nueva Ley INRA, la creación del primer bono (el Bonosol) a favor de los más necesitados, y la construcción del gasoducto al Brasil (que permite la exportación hoy de casi el 70% de nuestros hidrocarburos).
Sexto, la búsqueda de profundizar la institucionalización, iniciada a comienzos de los noventa, con la puesta en vigencia del Tribunal Constitucional, el Consejo de la Judicatura y la Defensoría del Pueblo, además de la institucionalización de tresempresas estatales y varios ministerios. La creación del Diálogo Nacional que dio mayor participación a los ciudadanos en la toma de decisiones sobre las prioridades del gasto y la inversión estatal. Tarea que llevaron adelante los gobiernos de Hugo Banzer y Jorge Quiroga.
Séptimo, la reforma constitucionalde 2004 que incorporó mecanismos como la Asamblea Constituyente y el Referendo, y terminó con el monopolio de los partidos políticos. La convocatoria a elección directa de Prefectos, antesala de las autonomías departamentales. La realización del Referendo de hidrocarburos que con un espíritu claramente nacionalizador recuperó la propiedad de estos en boca de pozo, refundó YPFB e incrementó los impuestos a las transnacionales, permitiendo que en 2005 -con la nueva Ley de Hidrocarburos- se instaurara el IDH, verdadero eje de la multiplicación de los ingresos a favor de las regiones y los municipios.
Los dos gobiernos del presidente Morales han sido herederos y beneficiarios de esos logros y avances, que nada tienen que ver con una lógica colonial. Ni el 2006 ni el 2009 fueron el año cero del Estado. Siempre hay una agregación histórica ininterrumpida. Superar los errores y profundizar los aciertos del pasado es lo que le toca a cualquier gobernante que actúe de buena fe a favor de su país. Para ello es imprescindible reconocer la existencia de ambos, tanto de aciertos como de errores.
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