La reaparición de Marcelo Soza
Editorial
La reaparición de Marcelo Soza
- 02/04/2013
- Después de 13 días de haberse mantenido oculto, sin haber expresado una razón valedera para ello, el ex fiscal del denominado caso terrorismo, Marcelo Soza, reapareció ayer ante los ojos del público y asistió a la convocatoria del fiscal anticorrupción Genaro Quenta.
El ex fiscal Soza se mostró tanto o más cínico que en sus anteriores apariciones: dijo otra vez que es un montaje el audio en el que se escucha su voz y en el que da a entender la estrecha relación del Órgano Ejecutivo con el Judicial, la falsificación de pruebas en el caso terrorismo y sus propias dudas sobre el mismo.
Es más, como siempre ocurre en estos casos, anunció que enjuiciará a la acusadora, en este caso la senadora opositora Carmen Eva Gonzales, que divulgó el audio, e incluso al perito brasileño que hizo un reporte, extraoficial, que asegura que la voz de la grabación efectivamente corresponde a la de Soza. Su abogado, igual de audaz que su cliente, afirmó que es el perito brasileño el que hizo el montaje.
Todos los que han escuchado el audio tienen la certeza de lo contrario, de que no es un montaje. Una tecnología para hacer tamaña fabricación no la tiene ni el mejor estudio de efectos especiales de Hollywood. Simplemente es Soza hablando, yéndose de lengua. Además, no es la primera vez. Hace dos años se divulgó otro audio, en el que se lo escucha a él, a la abogada del Gobierno en el caso Porvenir, Mary Carrasco, y Dennis Rodas, hoy preso en Palmasola y acusado de ser parte de la red de extorsión, tramando acusaciones contra la oposición y demostrando que coordinan sus tareas con el Gobierno.
Soza, ahora, quieren aparecer como una especie de David contra Goliat. Lo curioso es que se presente como el eslabón débil ante la “tramoya” montada por la “poderosa senadora”. No, es lo contrario. Lo saben Soza, los otros fiscales, las autoridades y los acusados del caso: antes de la divulgación del audio, y de su fuga temporal, él fue Goliat, usando todo su poder para amedrentar, extorsionar y mandar a detener a los sospechosos de haber tenido relación con el grupo que lideró Eduardo Rózsa en Santa Cruz. Que ahora aparezca como la parte más débil de esta trama es inverosímil.
El fiscal Quenta, por su parte, ha señalado que ni el Instituto de Investigaciones Técnico Científicas de la Unipol ni el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), que es la entidad del Ministerio Público correspondiente, realizan este tipo de trabajo en Bolivia. Debe acudir, entonces, con presteza, a la ayuda técnica de las policías de cualquiera de los países vecinos, que sí cuentan con las herramientas para comprobar lo que busca.
Ya un caso anterior similar quedó en nada, gracias a la colusión de intereses entre el Gobierno y la Justicia. A Carlos Núñez del Prado, ex director de seguridad ciudadana, se lo escucha en una grabación; en la escena hace entrega de una coima al acusado del caso terrorismo, Ignacio Villa Vargas, y lo ayuda a fugar de la justicia. Jamás la Fiscalía hizo la prueba correspondiente para comprobar a quién pertenece la voz y, menos, para enjuiciar y detener a Núñez del Prado ante un delito flagrante. Es muy probable que con el audio de Soza ocurra lo mismo.
Por otro lado, es bueno recordar que Rózsa sí estuvo en el país, sí organizó un grupo armado y sí estaba empeñado en constituir una fuerza destinada a ayudar a la “independencia” de Santa Cruz, según aseguró en una grabación divulgada póstumamente. Pero quién realmente lo contactó para llegar a Bolivia y quiénes fueron efectivamente sus cómplices, ha quedado en el misterio. Tampoco se ha investigado con precisión cómo murieron él y otros dos presuntos cómplices en el hotel Las Américas, cómo fue esa balacera y si hubo intento de defensa por parte de los sospechosos. Los informes forenses de los países a los que pertenecían los acusados señalan que todo indica que fueron ejecutados.
El Gobierno usó este caso para descabezar a la dirigencia cruceña, cosa que logró con éxito. Y Soza fue un instrumento en ese plan. Su interés nunca fue descubrir la verdad.
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