POR LA SENDA DE OSCAR ZAMORA “MOTETE”

Oscar “Motete” Zamora Medinacelli, quien está delicado de salud.

POR LA SENDA DE OSCAR ZAMORA “MOTETE”

Dr. J. Roberto Márquez C.
La figura vívida de Motete quedó resplandeciente en el seno de su pueblo, aun a pesar de su partida hace un año atrás, hay una especie de sensaciones de frescura que nos acompaña, un hálito de vida que nos renueva inalterablemente en el paso del tiempo y en los aconteceres de la vida. Motete vive en cada corazón de los tarijeños del campo y de las ciudades. Entrañable amigo y camarada Motete, vive en cada uno de nosotros.
Su espíritu no se puede separar jamás de las luchas eternas e incansables por la vida y el bienestar de su pueblo amado, supo librar con ímpetu y temple de un hombre revolucionario, todas las batallas contra las injusticias, por la dignidad del ser humano, muchas veces sumido en el olvido, en la miseria y la pobreza. Siempre fue el ser humano el primero de sus inquietudes independientemente de su posición, social, económica o política. En ese sentido, Motete era un hombre de solidaridad incomparable. Motete, optó por la política, por la única razón de ponerla en primer plano al servicio del hombre, y los pueblos.
Cuenta la historia que, desde muy joven Motete, se hizo militante del PIR, Partido de la Izquierda Revolucionaria, de orientación marxista, allá por los años 40, muchos de su edad empezaron militando en ese partido. Se hizo marxista, leninista muy temprano, se convertiría en militante destacado del Partido Comunista de Bolivia PCB, y fundador de la Juventud Comunista de Bolivia. Abraza esa corriente de pensamiento al que entendía como una doctrina “práctica” de la sociedad humana y de sus transformaciones, con los pies sobre la tierra, antes que dominados por concepciones “metafísicas o teóricas”, incapaces de resolver el verdadero problema de la humanidad. Motete solía decir: “Solo la práctica es la fuente de la verdad”.
Motete era un hombre muy crítico también de las desavenencias ideológicas, cuando estas se ponían al servicio de ambiciones personales o de grupo. Fue contrario y tenaz contra esas conductas. Desde donde se encontrare Oscar Zamora utilizó los instrumentos políticos a su alcance para ponerlos al servicio del pueblo.
Motete sobre todo fue un profundo creyente de la democracia, pero había que ponerla al servicio del pueblo, no de unos cuantos, solía decir. Para su reconquista luchó desde la clandestinidad, en esas largas etapas de obscurantismo fascista de los años 60, 70 y principios del 80, en la que estuvieron inmersas Bolivia y gran parte del continente. Fue perseguido, desterrado, preso y torturado; junto a su noble y sacrificada familia supo mantenerse en vida, cómo no, lidiando siempre al filo de la muerte. Él vivió su vida pendiente de un hilo, como fue valiente luchador en circunstancias extremadamente difíciles. En una oportunidad en esos aciagos últimos días, postrado en cama dijo: “La vida es dura camarada, pero hay que saber luchar y yo soy un luchador”.
Si de lealtad y solidaridad se habla, Motete era un hombre firme en ese aspecto, aunque fue mal pagado y muchas veces traicionado. Supo correr riesgos de esa naturaleza. Los valores humanos eran su santo y seña. Ha pasado un año que Motete ya no está con nosotros. Aunque sigue vivo en cada uno de tantos miles y miles de gentes y personas a quienes extendió su mano amiga, sincera y solidaria. Hablar de Motete, siempre será hablar de un hombre de hierro con un espíritu de niño tierno y humano Ese camino, ese sendero que marcó, la vara alta que dejó, para seguir trabajando con amor por la grandeza de Tarija y Bolivia, sobre la base de la dignidad y el coraje necesarios, luchando incansablemente hasta hacer realidad esos sueños de libertad, justicia y democracia cuyo camino Motete nos enseñó a transitar.

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