INDIGENISMO SALVAJE
INDIGENISMO
SALVAJE
Escribe:
Roberto Márquez
El indigenismo,
considera que la colonización de América posterior fue un proceso siniestro y
trágico para los pueblos, en cambio la dialéctica y el materialismo histórico,
no se basan en ese tipo de juicios meramente subjetivos. Entonces, convengamos
que las mismas rebeliones indígenas del pasado se dieron en el marco de
determinadas condiciones que la colonización desarrolló al interior de los
movimientos indígenas; como el desarrollo de las contradicciones en el seno de
las nuevas relaciones sociales de producción que generaron y estas
insurrecciones se dieron recién después de una larga dominación de la corona
española.
El indigenismo considera
a la modernidad/colonización como un desastre y oscuridad absolutos, siendo que
este fenómeno es, más bien, barbarie y civilización a un mismo tiempo. Así como
el positivismo sociológico eurocéntrico es unilateral, sus detractores
poscoloniales e indigenistas son la otra cara de la medalla, pero no su
negación dialéctica.
Contrariamente a lo
que piensan los indigenistas de nuevo cuño de chulos y corbatas, el marxismo no
es el ideario del capitalismo. Más bien constituye su más agudo crítico, sin dejar
de lado la mirada al avance de la ciencia y la sociedad hacia la modernidad. Claro,
el marxismo hace suyos los ideales burgueses de libertad, igualdad y
fraternidad, profundizando su contenido hasta proyectarlos como una forma de
vida en procura de una sociedad justa y democrática.
La absurda crítica
del indigenismo sobre la tendencia inherentemente destructiva de la naturaleza
que dicen que posee todo pensamiento político o ideológico nacido en occidente.
Recordemos que el materialismo histórico destaca que las técnicas inventadas
por el ser humano, para vencer los peligros de la naturaleza, y aprovechar sus
productos, son la subyugación de las leyes naturales a las leyes humanas.
El sentimentalismo
ingenuo o ecologismo romántico, que Carlos Marx denomina “actitud infantil ante
la naturaleza”, es el reflejo de las condiciones materiales de una sociedad que
“obliga” a sus miembros a asumir posturas fantásticas - espiritualistas. Los
pueblos que son llevados por esa interpretación fantasiosa no conocen el
verdadero efecto del desarrollo de sus fuerzas productivas, más bien tienden a
concebir ciertas ‘cosmovisiones’ equivocadas respecto a la naturaleza, de ahí
emanan también sus formas deformadas de concebir una sociedad, en el que convergen
diferentes estructuras económicas, sociales y políticas.
El indigenismo
interpreta el fetichismo mercantilista como una especie de economía social
comunitaria, una especie de categoría económica superior del capitalismo. Según
esta corriente nuestras vidas están determinadas por poderes sobrenaturales ajenos
a nuestra voluntad, por unos objetos –las mercancías- que parecieran tener vida
propia en el proceso de producción hasta en el mercado, sin control alguno de
parte de las personas que las han producido.
Un parangón del fetichismo los sahumerios, (las ch`allas) o el
sacrificio de animales, se lo encuentra, actualmente, en el fetichismo de las
mercancías.
Federico Engels se
refiere al problema así en su libro Dialéctica de la Naturaleza: «todo nos
recuerda a cada paso que el hombre no domina, ni mucho menos, la naturaleza a
la manera como un conquistador domina un pueblo extranjero, es decir, como
alguien que es ajeno a la naturaleza, sino que formamos parte de ella con
nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, que nos hallamos en medio de
ella y que todo nuestro dominio sobre la naturaleza y la ventaja que en esto
llevamos a las demás criaturas consiste en la posibilidad de llegar a conocer
sus leyes y de saber aplicarlas acertadamente »
El indigenismo, que
de palabra reniega contra el capitalismo en la práctica esta convertido en su
principal sostenedor, una vez desde el gobierno y con todo el poder omnímodo que
ostentan, van convirtiéndolo en una especie de “capitalismo salvaje” interesado
en la destrucción de toda posibilidad de construcción de una sociedad justa, moderna,
libre y democrática.
FIN
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